
En los años 70 la SIP desarrolló una campaña mediática contra el gobierno democrático de Salvador Allende. El periodista chileno Hernán Uribe señala que la CIA manejó a la gran prensa local y a los afiliados de la SIP en una campaña de propaganda negra contra Allende. Recientemente, durante el golpe de Estado en Venezuela el 11 de abril del 2002 y en los 64 días del sabotaje petrolero, donde los medios privados transmitieron mensajes de división y odio, la SIP guardó cómplice silencio. No obstante, sí empleó una férrea defensa y condenó al Ejecutivo Nacional cuando éste, en su legítimo derecho, decidió en mayo del 2007 no renovarle la concesión al canal privado Radio Caracas Televisión (RCTV). Su participación en el golpe de Estado y el sabotaje petroleo, además de la posición mantenida en el caso RCTV, reitera el rol de esta organización como defensora de los intereses empresariales de la comunicación en América y de la oposición política regional identificada con la derecha. Cómplice silencio Sin embargo, la SIP no protestó cuando, durante los gobiernos de derecha de la Cuarta República, fueron cerrados diarios, como Tribuna Popular, El Independiente, Dominguito, Clarín, La Pava Mancha, El Venezolano, La Extra, En Letra Roja, El Siglo, Qué pasa en Venezuela, Tal Cual (1967), Venezuela Gráfica, La Hora, Crítica, Tiempo (Trujillo), El Día (Acarigua), Libertad (Coro) y otros medios. Tampoco se pronunció cuando fueron detenidos, expulsados y en muchos casos torturados más de 150 periodistas durante en los gobiernos de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez y Jaime Lusinchi. La SIP tampoco emitió juicio cuando el presidente Betancourt metió presos al periodista y columnista Eleazar Díaz Rangel, jefe de redacción de El Venezolano, ni mucho menos cuando asesinaron al periodista Fabricio Ojeda el 21 de junio de 1967. Esta cúpula empresarial también guardo silencio cuando el presidente Lusinchi le dijo al periodista Luis Guillermo García, del canal 2, 'A mí tú no me jodes' frente a las cámaras. Todas estas denuncias que aparecen en la publicación “Las Putas de los Medios”, de José Sant Roz, reflejan ampliamente que la SIP guarda una estrecha relación y sigue las directrices del Gobierno estadounidense, defendiendo unilateralmente a las empresas de comunicación de la derecha latinoamericana, en detrimento de los derechos y deberes de los periodistas.
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